miércoles, 15 de enero de 2014

Narcisismo.

Presumida y vanidosa, le gustaba arreglarse y pasar horas delante del espejo.
Era guapa, y lo sabía.
Caminaba por la calle con los cascos puestos y la música a todo volumen porque no le gustaba escuchar las insulsas conversaciones de los transeúntes; con la cabeza bien alta porque se consideraba de lo mejor que podía pisar esa ciudad.
Era una noche cualquiera, pero ella no era cualquiera.
Consideraba que cualquier sitio en el que entraba, debía lanzar pétalos de rosas delante de sus pasos.
Era egoísta, y un poco manipuladora, y lo sabía. Y le gustaba.
Se creía la mejor, pero también demostraba que lo era en todos los sentidos.
Ella misma afirmaba que se quería, y mucho, porque uno de sus principios era que si uno no se quiere a sí mismo no puede pretender que le quiera otra persona. Y se gustaba aún más.
Pero si algo le gustaba más en el mundo que ella misma, era él.

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