viernes, 24 de abril de 2015

domingo, 29 de marzo de 2015

No entiendo como alguien puede ser feliz auto-destruyéndose, cuando uno mismo debería ser prioridad y la persona más importante de nuestra vida. Muchos pueden cambiarnos, pero solo si nosotros les abrimos camino. Al fin y al cabo, siempre se involucra en nuestros actos a quienes más queremos. Por lo tanto, si sufrimos nosotros, también ellos.

lunes, 2 de febrero de 2015

En la sociedad de hoy en día, estamos perdiendo capacidades de comunicación. Cada vez, somos más cerrados, más individuales. Somos menos de lo que eramos. Nadie tiene la culpa y todos la tenemos, de eso se trata. Por ello pasa que hay formas y formas de decir las cosas, empiezan los malentendidos, las discusiones, las guerras internas, la desesperación, y finalmente perdemos a quienes queremos por no haber dicho a tiempo lo que sentíamos. 
Me encanta que te preocupes por mi, hasta el extremo de intentar acomodar las sábanas antes de que me despierte porque sabes que aborrezco levantarme con la cama deshecha, de no encontrarle el sentido correcto ni a ellas ni a la vida. 
Soy una maniática, lo reconozco, y mi peor manía eres tú. 

jueves, 16 de octubre de 2014

10 años

Los amantes de las letras tenemos muy claro que los libros siempre van a estar ahí.
Depende de nosotros cuanto tiempo, de lo que los cuidemos, de lo que nos guste. 
Es un placer comprarse un libro, fijarse en todos sus detalles recién comprado, acariciarlo, saborearlo, permitir adentrarnos en él y dejarnos llevar hasta mundos lejanos.
Pero lo bonito de los libros lo ponemos nosotros. Nosotros le damos significado. 
Y en concreto, estos libros para mí significaron entrar en otra etapa de mi vida. La cual, como todas, me enseño muchas cosas. Buenas y malas.


Yo sigo mirando al cielo, con la esperanza de ver tres lunas.
Un shek.
O quizás un dragón.

jueves, 9 de octubre de 2014




Como buscar el equilibrio en un mundo que se tambalea, como tratar de afianzarse sobre un punto de apoyo mientras la tierra intenta hacerte caer, arrojarte a una espiral para la que no existe escapatoria, solo un golpe final, un impacto anhelado, una colisión dulce y que te hace señales.
- Hija de Humo y Hueso, Laini Taylor

All that you are is all that I'll ever need.

Soy la de las prisas. 
Me despierto medio minuto antes de que suene el despertador.
Hago café mientras me peino, me maquillo y, sin tenerlo aún muy claro, me subo las bragas a la vez. 
La rutina no es lo mío, y necesito darle algo de... Gracia. Y esa es mi forma. Correr, hacia todos lados, a todas horas, sin parar. 
Cuando estoy sola en casa, me dedico a limpiar, o a cambiar los muebles de sitio. Cuando mis brazos dicen "BASTA" y cuando la taza de té me llama, es ahí cuando me paro a ver los frutos de mi ir y venir. 

Os voy a confesar una cosa. Cuando salgo de la ducha, también tengo prisa. Por eso me seco corriendo, y al ponerme la ropa es muy incómodo, porque la ropa se te pega al cuerpo. Y aún sabiendo que me molesta, lo sigo haciendo. Ironías de la vida, ya sabéis, nuestra parte masoquista no nos permite dejar de hacer algo que nos molesta o que nos hace daño. Y eso por eso que me encanta ducharme con él.

La tranquilidad que necesita mi vida. Cuando me siento cerca de él, es como si el tiempo se parase, como si todo fuese más lento. Mis ganas de comerme el mundo se concentran en él
Él no lo sabe, no sabe la razón por la que mantengo los ojos cerrados la mayoría del tiempo. 
Os lo voy a explicar con el ejemplo de la ducha. 
Cuando extiende el brazo y me da la mano para entrar con él en la bañera, los cierro inmediatamente. No es por el pudor, no a estas alturas, es un acto de confianza. Es dejarme caer en sus brazos. Dejo que me lleve, aún costándome mucho soltar el control del que siempre presumo. 

No hay mejor sensación que las gotas de agua resbalándome por la piel, al compás de sus manos y de su respiración. 

Y el sonido dentro del baño... Oh, la acústica que proporcionan los azulejos es fantástica. Fantástica para cantar los días que estoy eufórica y que bajen tus labios y me callen. Fantástica para que se mezcle la lluvia, sus besos por mi cuello y mis suspiros, el agua bajando, corriendo y salpicándonos.
 Me suelo contener para no saltarle encima, porque sé que no voy a repetir en el día momento de tranquilidad como ése. 
Trazando un camino de hombro a hombro, desde el cuello al final de la espalda, girando por mi cintura y haciendo autostop en mis caderas. 
Lo bonito viene luego. Al igual que me ayuda a entrar, me ayuda a salir. Después del culto y sesión ceremonial entre nuestros cuerpos, cuando rozo la toalla con la punta de los dedos, él tira de ella, seca a conciencia cada parte de mi cuerpo (cara de concentración, el ceño fruncido, los ojos fijos en mi piel...) y me arrastra por todo el piso hasta que mis piernas chocan con la cama. Ahí ya me olvido de la ropa que quería ponerme, de lo estupendo que será que no se me pegue al cuerpo, y me centro en sus ojos y en lo que vendrá después.

Creo que no se da cuenta de lo mucho que significa para mí.
Ni todo lo que me aporta.
En el gran caos que es mi vida, él forma parte de 0,00001% de materia de este planeta que me hace feliz.
Como un atardecer.
Una taza de té.
Un buen libro.
Una sesión de cine al aire libre.
Un día de lluvia y manta.
Sobre él, entre sus brazos. 

Creo que, por su parte, recibo más de lo que doy. Por eso la única forma que encuentro de recompensarle es ser... completamente suya.
Dentro de mí, hay dos "yo". No, no es una parte de virtudes y otra de defectos. Cada parte los posee. Es, básicamente, que poseo características que se contraponen. Por un lado, soy amable y divertida, simpática, extrovertida, y no es por echarme flores, es debido a que cuando alguien nuevo aparece  cerca de mi grupo de amigos, intento ser la primera en acercarme a saludar, a presentarme, a entablar una conversación con esa persona. Y a la vez, me quedo apartada de esa persona nueva, no queriendo que sepa nada sobre mí, intentando permanecer invisible.
Y es que las rarezas de la edad, a mí, me aparecen con 19 años.

jueves, 28 de agosto de 2014

domingo, 6 de julio de 2014

Desvaríos de madrugada.

No quiero quedarme con las ganas de decir o hacer algo, porque al fin y al cabo la impotencia es la peor sensación del mundo. El peor sentimiento, saber que no tienes la capacidad de lograr llegar al final del camino, a la meta. Que no vas a lograr el cambio que tanto ansiabas. Me puede. Y a estas horas, en las noches calurosas, mi mente se colapsa y vuelven las dudas y el dolor de cabeza por no lograr ordenar mis sentimientos. Soy una de esas personas que se atormentan con todo y a la vez viven en las nubes, por lo que tengo claro dos cosas: vivo el presente como si no hubiese futuro y planeo el futuro como... En realidad creo que no hay como, sino una necesidad de clasificar y planear todo insana. Que sepáis que no es nada malo. Son los pequeños defectos que me hacen ser yo (o virtudes, míralo por donde quieras).