jueves, 2 de enero de 2014

A mí, que siempre me ha gustado el café.

Café caliente. Con dos azucarillos. Tú, y yo. En cualquier cafetería, preferiblemente mi favorita, siempre me dibujan algo en la espuma del café. Olvidarnos del alrededor, de nuestros problemas, de quienes nos rodea, y solo pensar en ti y en mí. Y todo el daño que nos hicimos, olvidarlo por una tarde, aunque ahí esté. Que pasen las horas, que no se acaben las ganas de hablar, que se acabe el mundo y sigamos allí. Tú, yo, y una taza de café. Nada más.

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